FIL, un motor para el desarrollo cultural
En 25 años, la Feria Internacional del Libro ha cobrado relevancia mundial, pero hay mucho por hacer para que beneficie a las clases con menos acceso a la cultura.
El rostro de Guadalajara ha cambiado en 25 años; la Feria Internacional del Libro, que este año llega a un cuarto de siglo de existencia, ha determinado la vida cultural de esa ciudad, pero no impacta a todo el estado ni a todos los estratos sociales. Tampoco hay gran diferencia con el resto del país respecto a crecimiento de librerías, editoriales o revistas independientes, cada año surgen muchas, pero pocas son las que se quedan.
Esa entidad, que sólo está por debajo del Distrito Federal en cuanto a centros culturales y casas de cultura -tiene 157 frente a 208 del DF-, ocupa el cuarto lugar en número de editoriales y librerías, esto según el Atlas de infraestructura y patrimonio cultural de México 2010, después del Distrito Federal, el estado de México y Puebla, contrario a lo se esperaría al tener la más importante feria del libro de América Latina.
Pese a esos datos, editores y promotores de Guadalajara hacen un balance de los 25 años de existencia de la Feria Internacional del Libro y señalan que ha impactado positivamente en la vida cultural de la ciudad, sin embargo, además de que no llega a todos los sectores de la sociedad ni a toda la entidad, es una vida cultural que se concentra durante los 10 días que dura la feria, pues antes y después de ese periodo la actividad cultural es normal, jamás ha logrado ser tan intensa.
¿Qué ha ganado la sociedad y el estado a lo largo de estos 25 años? Mucho, se ha impulsado la lectura y los libros entre su población, pero principalmente entre la clase media y media alta; las clases con menos poder adquisitivo no han sido tan beneficiadas.
¿Qué falta por hacer en materia cultural? Vincular las acciones de las distintas instancias culturales, dígase Feria Internacional del Libro, Secretaría de Cultura, Universidad de Guadalajara y otras instituciones culturales.
Logros de un cuarto de siglo
Los balances de los 25 años de vida son muy distintos desde fuera que desde dentro. Hace poco más de un mes, Raúl Padilla, presidente de la FIL, aseguraba que aun cuando en México se lee poco, en Guadalajara los índices de lectura son más altos que el promedio del que habla la Encuesta Nacional de Lectura de 2005, que es de 2.9 libros.
Y aseguró: “Me da mucha satisfacción corroborar que Guadalajara, en los últimos 20 años -con respecto al contexto nacional-, ha incrementado bastante sus indicadores; el índice de lectura en México no pasa de 2 libros por persona, sin embargo en la ciudad de Guadalajara es de casi seis, o sea en algo tiene que ver la Feria del libro, es un indicador que está por encima de ciudades como Monterrey, que tiene muy importante fuerza cultural, y sólo por debajo del Distrito Federal”.
Editores jalisciences como Felipe Ponce, director de editorial Arlequín; Carlos López de Alba, director de la Revista Reverso; y Silvia Eugenia Castillero, directora de la revista literaria Luvina, hacen un balance positivo de esta feria del libro. Dicen que hace falta mayor actividad cultural, que reconocen, no es una responsabilidad de la feria sino una necesidad de vincularse con otras instituciones.
Ponce afirma que “indudablemente la feria ha sido muy importante y ha dejado un gran beneficio a la ciudad, sobre todo en los últimos 18 años, cuando se consolidó, pero sin duda la feria del libro ha fortalecido estas actividades y por lo menos una parte de la sociedad resulta beneficiada y participa ampliamente; no perdamos de vista que la feria no puede llegar a todos lados”.
Carlos López de Alba asegura que la principal contribución de esta feria ha sido la formación de público y de lectores y que eso ha hecho que los distintos promotores y gestores repliquen este interés en sus diferentes espacios. “Cierto que cada vez hay más pequeñas ferias del libro en los municipios, cada vez hay más lecturas en el marco del Día del Libro y ejercicios similares, hay festivales de lecturas a lo largo del año; es decir, sí se ha enriquecido la vida cultural y literaria”.
Sin embargo, apunta que no todo es estable, pues la vida editorial es cuestión de ciclos, y que así como de repente hay un boom de revistas y un boom de editoriales, muchas de pronto se apagan. “En ese sentido, debería estar impactando mayormente, debería haber más editoriales, más correctores, más editores, más profesionales de libros viviendo en la ciudad, y no los hay”, señala el editor tapatío que ha logrado colocar su revista en Estados Unidos, Francia, España, Alemania y Argentina.
Carencia de vínculos
En el marco del festejo por los 25 años de la FIL con un programa que incluye actividades celebratorias para todas las edades y con invitados especiales, todos los editores aseguran que debería haber vínculos más estrechos entre la Secretaría de Cultura del estado, la propia Universidad de Guadalajara y la Feria Internacional del Libro, que aunque es parte de la UdeG, es un órgano independiente; con el fin de trabajar a lo largo del año en la cultura y no concentrar todas las baterías en 10 días con una intensísima vida cultural.
“En estos últimos 10 años, aunque se ha crecido mucho, podríamos tener condiciones para ejercer una política cultural que le dé más garantías a los editores, a los bibliotecarios y los libreros de la ciudad”, señala Carlos López, mientras que Felipe Ponce dice que la sociedad tapatía no ha sabido aprovechar la oportunidad que da la feria.
“No hay más editoriales y librerías que en el resto del país y no creo que haya más lectores aquí que en otras partes de México; las librerías han ido cerrando, como sucede en el resto del país, y en cuanto a editoriales hay un puñado de pequeñas en Guadalajara y hay algunas que están en franco crecimiento”, señala el editor de Arlequín, casa que cumplió 14 años de trabajo.
Silvia Eugenia Castillero, por su parte, afirma que la vida cultural a lo largo del año no es tan intensa.
“La FIL hace también un evento el Día del Libro, que se ha extendido a muchos centros universitarios y culturales fuera de Guadalajara, en poblaciones que no están en el centro urbano, pero todavía no se ha logrado una vida cultural a la par de la que sucede en los 10 días de la feria”.
Con todo, la FIL de Guadalajara es el gran evento editorial de América Latina, una feria en la que anhelan estar escritores y editores de habla hispana.
La fila de espera de editores que quieren tener un espacio en la FIL cada año es más larga, a pesar de que el costo por metro cuadrado se cotiza en dólares; la espera lo vale, todos saben que quien no está en la FIL no existe.
Mañana, la feria abre sus puertas con la entrega del Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances al escritor colombiano-mexicano Fernando Vallejo y se pone en marcha con la conversación entre dos Premio Nobel de Literatura: Herta Müller y Mario Vargas Llosa.
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