La edición braille en México se cuenta con los dedos
No hay editoriales comerciales que publiquen este tipo de textos; quien los requiere debe pagar hasta 800 pesos a las asociaciones con impresoras especiales.
Salvador pensó en matarse cuando le dijeron que perdería la vista debido a la diabetes que padece y que le ha dejado una visión acaso de 15%; sin embargo, hace dos semanas conoció a Melesio, un trabajador invidente de la Biblioteca Vasconcelos que le está enseñando a leer y a escribir en braille; él se ha convertido en su sostén y guía por el mundo de los ciegos, le ha enseñado que es posible sobrevivir y tener una segunda oportunidad.
También para Marco Antonio Bautista la vida ha estado de llena de oportunidades que ha sabido tomar en compañía de su familia; cursó la secundaria, la preparatoria y la universidad guiado por ellos, su estancia en el mundo de los ciegos ha sido menos dolorosa que para otros; se tituló como psicólogo y en la actualidad estudia un doctorado en investigación psicológica en la Universidad Iberoamericana, institución en la que también da clases.
Ser un discapacitado visual en México es tremendamente complicado, no sólo porque las instituciones educativas apenas empiezan a ser inclusivas y no cuentan con libros, cursos y evaluaciones pensados para esos ciudadanos, sino también porque la oferta de entretenimiento no es tan amplia.
El braille es una segunda oportunidad para Salvador Zavala, tras la primera sesión con su amigo Melesio Martínez, ese hombre invidente que dice: “Lo mío fue una pérdida de la vista adquirida”, Salvador corrió a comprar su regleta, su punzón y algunas hojas de opalina para seguir aprendiendo.
El ex taxista que al ir perdiendo la visión pensó en suicidarse, recuerda cómo llegó a la Vasconcelos: “Llegué a esto en plan de suicidio, hoy me he dado cuenta que esto, a lo mejor, es una oportunidad”, dice Salvador, quien sigue a pie juntillas los consejos de ese maestro que enseña que el braille se escribe de izquierda a derecha, pero se lee de derecha a izquierda.
Los discapacitados visuales no tienen grandes opciones, ninguna editorial comercial se interesa en publicar libros para ellos.
Marco Antonio Bautista asegura que, por encima de México, deben tener más producción de libros en braille en Brasil, Argentina, Uruguay, Cuba, Chile y Colombia, indudablemente. “Nosotros somos un país que dentro de América Latina debemos estar ocupando el noveno o el décimo lugar en la producción de libros en braille”.
Se calcula que en México 10% de la población tiene una discapacidad y que de ese 10%, hay 10% de personas con discapacidad visual. Según Bautista, “sería un millón de personas con algún tipo de discapacidad visual”.
En ese México real, sólo organizaciones de asistencia pública con capacidad económica tienen posibilidades de adquirir una impresora “baratita” -casi todas provienen de Estados Unidos- cuyo costo supera los 3 mil dólares, ya con ella imprimen libros, que sobre pedido solicitan particulares o instituciones.
“No hay institución que se dedique a producir libros para su distribución; el Comité Internacional Pro Ciegos era el lugar que tenía más libros en braille, tiene una biblioteca más o menos amplia pero algunos son libros muy viejos, tienen los clásicos pero son ediciones muy antiguas”, dice Marco Antonio Bautista, quien además está a cargo de Contacto Braille, una institución sin fines de lucro, fundada y dirigida hasta su muerte, hace dos meses, por Jorge Pulido.
Y es que “a las editoriales no les interesa comercializar los textos en sistema braille”, señala Miguel Ángel Zempoaltecatl García, encargado de la biblioteca del Comité Internacional Pro Ciegos, que es considerada la más importante biblioteca en braille de América Latina con cerca 3 mil títulos, entre novelas y textos, que representan 6 mil tomos porque un libro traducido al braille es tres veces, o hasta cuatro, más voluminoso que un impreso en tinta negra.
Publicaciones a la medida
En México es imposible e impensable que un débil visual pueda llegar a una biblioteca y encontrar un libro en braille porque no hay una sola editorial comercial interesada en editarlos; el camino es la consulta en bibliotecas como la Sala Braille de la Vasconcelos, la sala para ciegos en la Biblioteca de La Ciudadela, la sección de tiflología en la Biblioteca Nacional en Ciudad Universitaria y las bibliotecas de OGN.
Pero con todo, la realidad es que la cantidad de textos en Braille es mínima. Cuando alguien necesita un texto debe pedir que se lo impriman en las asociaciones que tienen impresoras braille y pagar por su impresión.
Bautista dice que el problema del texto en braille es que ocupa mucho espacio y además es oneroso. “El amor en los tiempos del cólera es un libro que tiene el Comité Internacional Pro Ciegos en seis o siete tomos y cada tomo costaba hace tiempo como 100 pesos, así, el libro puede costar hasta 800 pesos”.
El costo tan alto tiene que ver con el costo del papel, se imprime sólo en opalina de 125 gramos, material que hace muy sensible la escritura a los dedos, pero también porque cada cuartilla de un libro impreso en tinta negra representa tres o cuatro cuartilla en braille, con lo cual el costo se triplica.
En la Sala Braille de la Biblioteca Vasconcelos hay dos impresoras que casi están en vitrinas porque solamente se utilizan cuando los usuarios solicitan con antelación la impresión de un documento, es un servicio gratuito pero los usuarios debe llevar sus hojas.
Pero además, como no se incentiva la lectura en sistema braille, muchas veces no hay esta cultura de leer. Es una especie de círculo vicioso porque no hay producción en braille, no hay quien le interese leer en braille y entonces los que necesitan libros de texto tienen que mandarlos a hacer.
Lizeth Ramírez, encargada de la imprenta en el Comité Internacional, afirma que en muchas ocasiones los estudiantes ciegos solicitan determinado libro y entonces tienen que gestionar con la editorial correspondiente los permisos para reproducirlo en braille; ésta les puede permitir comercializar cuatro o cinco copias o sólo hacer copias para consulta dentro de la biblioteca.
“Tenemos libros de práctica de braille, libros que utilizan en la escuela, en ese caso son libros sencillos para personas que empiezan a leer; buscamos que primero aprendan el braille y luego les ofrecemos novelas o libros de cuentos, o de otra sección donde están materias como derecho, geografía, física, química, matemáticas e historia, además de una sección de biografías”, señala Miguel Ángel Zempoaltecatl.
¿Qué opción elegir?
Marco Antonio Bautista dice que la producción masiva en braille cada vez va a ser menor porque imprimir libros es caro, ocupan mucho espacio y se requiere de mucho papel. “La tendencia será el aumentar textos en audiolibros, grabados por personas o en formatos de lectura electrónica”.
En la Vasconcelos están a la vanguardia, además de ofrecer alrededor de 200 títulos impresos y 400 audiolibros, hay amplificadores de texto para aumentar o cambiar el tipo de letra, el color del tipo o del fondo; cuentan con escáneres que permiten poner un libro cualquiera y la máquina lo reproduce en audio; hay computadores para que revisen su correo y trabajen en office con ayuda de un software parlante.
Aunque todo apunta a que el libro impreso en braille será cada vez menos, la escritura en braille difícilmente va a desaparecer mientras no haya un equivalente que le permita a ciegos tener una escritura y una recuperación de lectura personal. No es lo mismo aprender a través del oído que a través del tacto, el proceso cognitivo es distinto.
De ahí la insistencia de asociaciones para que la SEP actualice los libros de texto gratuitos para invidentes de primaria y secundaria, pues no lo ha hecho desde hace tres o cuatro años cuando se hizo la última reforma educativa.
Dos de los proyectos que más le interesan a Bautista son trabajar libros de texto para preparatoria escolar o abierta, y la adecuación de los exámenes del Ceneval y más adelante entrar en comunicación con la UNAM para que esos exámenes sean adaptados para personas ciegas.
“Los exámenes del Ceneval no están en braille. Los chicos tienen que ir con alguien que les lea, lo cual implica una enorme desventaja y normalmente no pasan; la UNAM sí tienen mayores adecuaciones para discapacitados visuales pero otras universidades apenas están en vías de ser incluyentes”, afirma.
El psicólogo y director de Contaco Braille dice que hacer las adecuaciones es urgente porque México es el segundo país en el mundo con personas diabéticas y la diabetes es una de las causales más importantes de ceguera.
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