En la edad media los vampiros empiezan a ser parte de mitos y leyendas relacionados con personajes reales (Ver: Personajes históricos relacionados con el vampirismo) o con sucesos e identidades míticas con algún trasfondo real.
En la Saga Eyrbyggja que data del siglo XIII, sobre la colonización de Islandia, se cuenta como un jefe normando, Thorolf, regresa de su tumba para aterrorizar a la población hasta que su cadáver es incinerado.
En Rusia las creencias sobre vampiros, ligada al culto a los antepasados como parte del paganismo eslavo persistente, eran motivo de preocupación entre los evangelizadores cristianos en el siglo XI, según se desprende de los comentarios del traductor al ruso de una homilía de San Gregorio Magno[][]
En Inglaterra Walter Map en su obra De Nugis Curialium (1190) y William de Newburgh en el libro 5 de su Historia rerum Anglicarum (1196), incluyen relatos tradicionales de vampiros.[]
En España, en la región catalana del Alto Ampurdán (Gerona), se originó en el siglo XII una leyenda un poco olvidada pero que quizá sea la más importante sobre vampiros en la península Ibérica, y es la del Conde Estruch, Estruc o Estruga, un anciano caballero feudal, defensor de la cristiandad que vivió en el Castillo de Llers, destruido durante la guerra civil española, y quien se dice que murió asesinado y, como consecuencia de una maldición por su represión de las costumbres paganas que persistían en la zona, se convirtió en vampiro, aterrorizando mucho tiempo a los habitantes de la comarca, seduciendo también a jóvenes mujeres que quedaban embarazadas para dar a luz engendros monstruosos que morían al nacer.[]
Igualmente en la población de Tarragona llamada Pratdip, nombre que en catalán significa “Prado del vampiro”, existe la leyenda de los “Dips”, unos perros vampíricos que asolaron la comarca y cuya figura aparece en el escudo de la población, así como en retablos de una ermita cercana dedicados a la patrona local, Santa Marina. En esa población existen también las ruinas de un castillo que la tradición oral local atribuye fue la morada de Onofre de Dip, otro señor feudal convertido en vampiro.[]
En Escocia existe una leyenda que se remonta al reinado de Jacobo VI de Escocia en el siglo XVI, sobre Sawney Beane quien conformó una salvaje e incestuosa familia de caníbales y vampiros que asoló la comarca de East Lothiam durante 25 años, hasta que fueron descubiertos en la cueva en que vivían y ajusticiados en Leith Walk.[]
Desde comienzos del siglo XVIII las menciones del vampiro pasaron de las tradiciones populares a las publicaciones periodísticas y eruditas en Europa, apareciendo descripciones y análisis de casos específicos, de los cuales el más emblemático es el de un hajduk serbio llamado Arnold Paole que motivó la inquietud de las autoridades del Imperio austrohúngaro hasta el punto que comisionaron sucesivas investigaciones conducidas por médicos militares autriacos que incluyeron la exhumación y examen de los cadáveres sospechosos. El 13 de febrero (1731), el padre de uno de los investigadores, el vienés Dr. Johann Friedrich Glaser, corresponsal del diario Commercium Litterarium de Núremberg, remitió al periódico una carta describiendo el caso tal y como se lo relató su hijo mediante una misiva fechada el 18 de enero. Más tarde el médico Johannes Flückinger, quien condujo la segunda investigación, publicó en Belgrado la obra titulada Visum et Repertum (1732).[] Este libro, que circuló con profusión por Europa, popularizó el vocablo latino vampirus que no se empleaba con normalidad hasta entonces,[] y junto a la carta de Glaser fueron difundidos, citados y reproducidos en numerosos tratados (Ver El vampiro en la literatura) y artículos contribuyendo así a la propagación de la creencia en vampiros entre los europeos cultos. Los errores en estos informes médicos que dieron origen a la leyenda se explican hoy día por la poca comprensión que se tenía en la época sobre el proceso de descomposición de los cadáveres.
Gracias a las novedades que aportaba el llamado Siglo de las Luces, cuando se vive el triunfo de la razón y el desprestigio de las supersticiones, se trató de desvirtuar las leyendas sobre vampiros. En 1746 el monje benedictino Dom Augustin Calmet publicó su obra "Dissertations sur les apparitions des anges, des démons & des esprits et sur les revenans et vampires de Hongrie, de Boheme, de Moravie & de Silesie con la intención de desacreditar el mito con argumentos cristianos.[] Pero ésta con otras obras que nacieron a la sombra de la Ilustración en contra del mito de los vampiros, como la Dissertatione sopra i vampiri (1774) del arzobispo de Florencia Guiseppe Davanzati, sólo consiguieron incrementar aún más la creencia en ellos.
EN LA EDAD CONTEMPORANEA:
El vampiro, que ya desde el siglo XIX es un icono universal en la literatura de ficción, sigue presente en crónicas periodísticas y en leyendas urbanas actuales. El caso más famoso en EUA en tiempos recientes y clásico en el folclore de Nueva Inglaterra, ajustado a los cánones del mito, es el incidente sucedido con Mercy Brown fallecida a los 19 años a causa de tuberculosis en Exeter, Rhode Island, y cuya exhumación en 1892 fue realizada ante el temor de que se había convertido en vampiro.[]
Igualmente es notable, ya en la Inglaterra del siglo XX, el caso del vampiro del cementerio de Highgate, en el suburbio londinense, que a finales de la década de los 60s fue el escenario de una leyenda urbana según la cual era rondado por un vampiro con características fantasmagóricas que cobró algunas víctimas antes de ser destruido con intervención de autodenominados cazadores de vampiros, que incluso llegaron a organizar una cacería la noche del 13 de marzo de 1970, cuando decenas de curiosos y ocultistas invadieron el cementerio en busca del supuesto vampiro.[] []
En regiones de África postcolonial y en pleno siglo XXI, se siguen produciendo rumores sobre vampiros asociados a los colonos, misioneros o representantes de organismos europeos y adaptados a la modernidad, pues se mencionan vehículos automotores, sobre todo de los pintados de color rojo, usados para raptar a las víctimas y uso jeringas para extraerles la sangre[.]
El arquetipo del vampiro está presente en la cultura contemporánea principalmente de tres maneras:
- Como prototipo de personajes de los videojuegos, de los cómics o de la literatura popular y del cine.
- Como icono y disfraz que no puede faltar en Halloween, particularmente el estereotipo que popularizó Hollywood encarnado por el actor Béla Lugosi.
- Como paradigma o referencia de ciertas subculturas o tribus urbanas, como la Subcultura gótica
LOS PERSONAJES HISTORICOS RELACIONADOS CON EL VAMPIRISMO:
También conocido como Vlad III o Vlad Tepes, es un noble héroe nacional rumano que en el siglo XV luchó contra la invasión de los otomanos, famoso por la fiereza y crueldad de sus métodos y que inspiró la novela "Drácula" de Bram Stoker.
Vlad III, que era valaquio y no transilvano como lo atribuye Bram Stoker, es apodado Tepes que significa "Empalador" en rumano, por su método más famoso para escarmentar a sus enemigos. Draculea significa hijo de Dracul que a su vez significa el dragón, y que era el título de su padre, Vlad II, un voivoda(príncipe) caballero de la Orden del Dragón. Debido a su éxito en expulsar a los turcos de Valaquia, por lo cual vivió en constante estado de guerra durante 1431 y 1476, y liberar la comarca de la delincuencia, se le considera un héroe nacional en Rumania y el salvador de Europa pues Valaquia junto con la vecina Transilvania, constituyen la puerta meridional de Europa que todo invasor procedente de Asia, tenía que pasar obligatoriamente si intentaba conquistar por el sur las fértiles llanuras europeas. Su historia es relatada en la canción titulada Von ainem wutrich der hies Trakle waida von der Walachei escrita por Michel Beheim, juglar germánico súbdito del rey húngaro Matías Corvino, en cuya corte conoció a blad cuando este se refugió allí huyendo de sus enemigos.[]
La leyenda siniestra de Draculea, surge como mínimo desde su época, cuando sus enemigos sólo podían explicarse sus victorias militares atribuyéndole poderes necrománticos; pero en el siglo XX su figura ha tratado de ser reinvindicada.
La Condesa Sangrienta, este personaje vivió entre los siglos XVI y XVII e inspiró a Sheridan Le Fanu para crear en 1872 a la protagonista de su famosa narración Carmilla.
Elizabeth, importante aristócrata húngara y famosa en su época en Europa por su belleza, fue acusada de secuestrar en su castillo de Cachtice (en la actual Eslovaquia) a numerosas doncellas vírgenes, nobles y campesinas, a quienes torturaba y desangraba hasta la muerte para obtener la sangre que usaba en sus baños y bebía (aunque esto último no se comprobara en el proceso), como parte de prácticas de magia negra en que era asistida por un séquito de brujas, bajo la creencia de que así se conservaría bella y lozana. El corto proceso, ordenado e impulsado por el emperador Matias II y el palatinado, finalizó el 7 de enero de 1611, y mientras sus cómplices fueron torturadas y condenadas a pena de muerte en la hoguera, a Elizabeth por su condición aristocrática y la importancia política de su estirpe solo la condenaron a vivir emparedada en sus aposentos, que fueron sellados para siempre y en los cuales uno de sus carceleros la encontró muerta en agosto de 1614.[]
En el siglo XX algunos cuestionan la verdadera magnitud de sus crímenes y la validez o exactitud de las acusaciones, atribuyéndole un carácter político a su proceso, cuyos archivos se conservan aun y son la fuente primaria de lo que se ha escrito sobre ella. En todo caso, la condesa Báthory es referencia ineludible en los estudios sobre el mito europeo del vampiro pues su historia se entremezcla con las leyendas relacionadas con él mismo.
El aristócrata Gilles de Rasis francés del siglo XV, que luchó en los años finales de la Guerra de los Cien Años junto a Juana de Arco, buscando en la sangre el secreto de la piedra filosofal, torturó y dio muerte a unos 300 niños durante 8 años hasta que en el año 1440 fue capturado, procesado y ejecutado.
El personaje real, hijo bastardo de Enrique VIII y conde de Nottingham y duque de Richmond y Somerset, murió a los 17 años, posiblemente de tuberculosis. Aunque su muerte no está esclarecida ni hay referencias históricas a actividades criminales o vampirismo, inspiró a la escritora Tanya Huff un personaje del mismo nombre, un vampiro "bueno" novelista y detective, que protagoniza La saga de la sangre (Blood Ties), convertida en serie de televisión.
CIENCIA MEDICINA Y ENFERMEDES:
En el siglo XVIII y en el contexto de la Ilustración surgieron escritos críticos buscando desvirtuar el mito del vampiro. Voltaire dedica al tema, con su ironía característica, un aparte en su "Diccionario Filosófico"[] y Fray Benito Jerónimo Feijoo dedica igualmente con tono crítico al tema de "Vampiros y brucolacos" una de sus "Cartas eruditas y curiosas"(1774) a propósito del tratado escrito por un contemporáneo suyo, el fraile Augustin Calmet llegando a la conclusión que los sucesos son el resultado de una imaginación supersticiosa y del embuste.[] Con el tiempo, otros eruditos y científicos han tratado de explicar los orígenes del mito y los fenómenos que lo componen a la luz de las ciencias exactas y sociales.
La ciencia llama "vampiro" (nombre que le dio el naturalista Conde de Buffon en 1761) al murciélago hematófago conocido como Desmodus rotundus que habita en una amplia región de América, de hábitos nocturnos y se alimenta de sangre de sus víctimas habitualmente ganado bovino, equino o porcino, a las cuales ataca mientras duermen, gracias a sus agudizados sentidos para localizarlas, acercándose a ellas volando, arrastrándose por el suelo o saltando, para morderles en los hombros, espalda, región perianal, en las patas, pezuñas, así como en la base de los cuernos o en las orejas.
Son animales de pequeño tamaño, entre los 6 y los 9 centímetros y un peso de 25-40 gramos, pelaje denso color café grisáceo, cara aplanada, orejas pequeñas y puntiagudas, hocico corto y labio inferior en forma de V, con incisivos superiores anchos y filosos e inferiores pequeños, siendo los caninos largos, de punta aguda y borde posterior afilado. Este aspecto inspira a los maquilladores y encargados de los efectos especiales en las películas, las imágenes más aterradoras para presentar en aspecto más bestial a un personaje vampiro.
De las ciencias, la medicina es la que más ha intentado explicar y esclarecer los orígenes del mito del vampiro folclórico.
En el siglo XVIII la ola de superstición desatada hizo que surgieran obras como Los vampiros a la luz de la medicina (1749)[] de Próspero Lambertini que llegaría al papado con el nombre de Benedicto XIV desde donde siguió luchando contra las falsas creencias, o el Informe médico sobre los vampiros (1755) de Gerard van Swieten, médico y archidiácono de María Teresa de Austria, donde tras criticar el vampirismo y considerar poco frecuente aunque dentro de la normalidad los casos de incorruptibilidad de los muertos, desacreditaba a médicos y comisarios pues en muchas ocasiones y siguiendo sus indicaciones se realizaban sacrilegios, poniendo en entredicho el buen nombre del finado, violando tumbas y ultrajando cadáveres.[]
Esta enfermedad muy contagiosa, capaz de crear gravísimas epidemias, producida por el Bacillus anthracis que se puede transmitirse de los animales al hombre, podría semejar la sintomatología de una víctima de un vampiro. Los afectados presentan fiebre alta, sed intensa, convulsiones, dificultad respiratoria y alucinaciones que se atribuyen a la falta de oxígeno, con una sensación de asfixia que podía ser expresada por parte de la víctima como el estrangulamiento a manos de un vampiro.
Esta enfermedad clásica, frecuentemente asociada a las anteriores, consistente en un déficit en la cantidad o calidad de los glóbulos rojos de la sangre encargados de transportar el oxígeno a todo el cuerpo, también puede explicar la creencia en la afectación de los vecinos y familiares allegados al presunto vampiro. Las supuestas víctimas presentaban una severa palidez acompañada de intensa fatiga, cansancio y respiración entrecortada, síntomas y signos clínicos que se pueden explicar con este trastorno que no siempre se debe a la pérdida de sangre, sino que hace parte también del cuadro de una desnutrición, ya sea por falta de adecuada alimentación por las propias enfermedades, o las carestías debidas a las guerras, cuando no por ayunos con motivaciones religiosas que tenían el objetivo de purgar los pecados y verse libre del peligro de la peste.
LA RABIA:
La rabia, infección viral del Sistema Nervioso, es la enfermedad transmisible que científicamente explicaría adecuadamente el mito del vampiro, especialmente cuando su auge en Europa coincide con epidemias de esta afección durante los siglos XVI y XVII, en particular la ocurrida en Hungría entre 1721 y 1728.
Se transmite a los humanos generalmente por mordedura de animales como perros, lobos y murciélagos, portadores habituales de la enfermedad y que en el folclore han sido relacionados con los vampiros. Un médico anónimo ya mencionaba en 1733 que el vampirismo era una enfermedad contagiosa de una naturaleza parecida a la que sobreviene tras la mordedura de un perro rabioso.
Durante el periodo de incubación y fase preclínica (habitualmente entre 1 año y 3 meses), puede manifestarse con sensaciones anormales como parestesias, dolor en la zona de mordedura y sintomatología inespecífica inicial (fiebre, pérdida de apetito, fatiga, depresión, temor, ansiedad y sueños angustiosos) semejando una progresiva transformación de la persona en un vampiro.
La fase clínica, correspondiente a una encefalitis dada la predilección del virus por afectar al sistema límbico (importante en el control de las emociones y la conducta), se caracteriza por un cuadro de "rabia furiosa" consistente en síntomas, similares a los asignados al vampiro folclórico, como son: inquietud y agitación crecientes que pueden llegar hasta la agresividad, insomnio persistente y alteración del ritmo del sueño, y modificaciones de la conducta sexual expresadas como hipersexualidad. Debido a frecuentes espasmos musculares en cara, faringe y laringe, el paciente emite sonidos roncos y ahogados con una retracción de los labios de forma que asoman los dientes como si fuera un animal. Una exaltación de los reflejos, puede causar accesos de furor maníaco frente a pequeños estímulos, como leves contactos, corrientes de aire, luz y ruidos, ciertos olores o excitaciones mínimas como ver su imagen reflejada en un espejo. Las pesadillas y las alucinaciones también suelen estar presentes en este tipo de cuadro florido de la rabia que generalmente es mortal.
El espasmo muscular y los reflejos anormales en faringe producen característicamente un rechazo del paciente al agua lo que se denomina hidrofobia, nombre por el cual se conoce también a esta enfermedad, causado por los intensos dolores al intentar tragar agua o simplemente con su visión (¿sería extrapolable al agua bendita?). Los problemas para tragar su propia saliva, causan que la misma se acumule y gotee de su boca formando espumarajos.
LA PORFIRIA:
En particular el tipo de porfiria eritropoyética congénita o enfermedad de Günther, producida por una anomalía genética y hereditaria, se ha alzado con el título de "enfermedad de los vampiros"; pero, aunque curiosa y merecedora de estudio, no sirve para explicar las formas epidémicas del vampirismo debido a que es muy poco frecuente o escasamente diagnosticada.[]
La enfermedad se caracteriza bioquímicamente por una alteración genética de la actividad de la enzima encargada de metabolizar las porfirinas pigmentos precursores del grupo Hemo componente de la hemoglobina que se encarga del transporte de oxígeno en la sangre y le da su característico color rojo. El resultado es una acumulación excesiva en los tejidos de estas sustancias, lo cual clínicamente se manifiesta en una serie de síntomas, signos y complicaciones que coinciden con ciertas características atribuidas vampiros del folclor, como son:[]
Fotosensibilidad: El depósito de porfirinas en la piel produce una hipersensibilidad a ciertas radiaciones del espectro solar (las de 400 nm de longitud de onda y en menor grado las de 500 a 600 nm), lo que desencadena un proceso de producción de peróxidos que, al liberar oxígeno atómico en los tejidos, provoca destrucción celular, manifestándose por un fuerte enrojecimiento, agrietamiento y sangrado de la piel , formación de ampollas que se infectan fácilmente, formación de erosiones y úlceras que al cicatrizar dejan marcas y deformaciones en la zona afectada. Además, el organismo en un intento de proteger la piel del sol desarrolla hirsutismo o crecimiento anormal del vello en la frente, pómulos y extremidades y en zonas inusuales como las palmas de las manos, característica que por ejemplo Bram Stoker incluye en su novela al describir por primera vez al conde Drácula.
Deformidades faciales o "Facies vampírica": Producida cuando las lesiones faciales son extensas, recidivantes y mutilantes, destruyendo los labios (que dejan la dentadura al descubierto, dando la apariencia a los dientes de ser de mayor tamaño que el normal), los cartílagos de la nariz, mostrando frontalmente los agujeros nasales, o los auriculares, dando ocasionalmente un aspecto puntiagudo a las orejas. Igualmente, con la acumulación de porfirinas los ojos pueden aparecer de color rojizo y en los dientes aparece la llamada eritrodoncia por el depósito porfirínico en la dentina.
Palidez extrema y ansiedad por la sangre: Los defectos en la producción de hemoglobina producen anemia con toda su sintomatología característica, de la cual es destacable la palidez general, tal y como se describe la imagen clásica del vampiro. Un tratamiento habitual de la anemia son las transfusiones de sangre o del grupo Hemo, que no sólo mejoran la anemia sino que frenan la producción de porfirinas y muchos atribuyen que por esa razón los pacientes tiene ansiedad por la sangre. Antiguamente la terapéutica médica para las anemias incluía beber sangre de otros animales, lo cierto es que los jugos digestivos la destruyen y para tener cierto beneficio y que pudiera absorberse una mínima parte del grupo Hemo, el paciente tendría que ingerir más cantidad que la que se necesita vía intravenosa.
Intolerancia al Ajo: Esta hortaliza, parte de los elementos clásicos para ahuyentar vampiros, que se usa desde tiempos antiguos al atribuírsele propiedades antisépticas, antiparasitarias, expectorantes o hipotensivas, al parecer según estudios recientes produciría un bloqueo de la coagulación de la sangre al inhibir la agregación plaquetaria y uno de sus elementos, el disulfuro de alilo, por otra parte, podría destruir el grupo Hemo, todo lo cual podría aumentar el malestar del paciente con porfiria.[]
Disociación emocional o mental del paciente: Este tipo de porfiria no trastorna, curiosamente, la sensación de bienestar del enfermo, aunque por el tipo de vida al que se encuentra sometido es frecuente que se alteren las facultades mentales, lo que podría explicar las obsesiones y crueldades que se atribuyen a los vampiros.
Prevalencia entre grupos familiares: Aunque la porfíria no explica bien las epidemias de vampiros, se ha intentado asociarla al mito por su prevalencia entre grupos poblacionales cerrados o familias dado su mecanismo de transmisión genética, basándose en el derecho de pernada que en la sociedad feudal era frecuente, lo cual supone la transmisión del material genético del noble señor feudal afectado de porfiria a las familias de sus siervos o del pueblo llano, produciéndose varios casos en un mismo periodo y con relativa frecuencia, explicando así la prevalencia en el entorno familiar del supuesto vampiro original. Por otra parte, entre las diversas variedades de la porfiria (especialmente en la aguda intermitente, variegata y coproporfiria) puede desencadenarse crisis por la ingesta de alcohol o por el estrés intenso que se ocasionaría con relativa facilidad en el ámbito supersticioso de la población crédula de los vampiros.